PREVYSA |
12/29/2011 |
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En épocas de crisis como la que atravesamos, muchos empleados ven en
peligro su puesto de trabajo, por lo que no pueden 'permitirse el lujo'
de ponerse enfermos. Pero, ¿qué hacer cuando es el propio entorno
laboral el que se convierte en factor de riesgo? Preferimos trabajar,
aunque no nos encontremos en óptimas condiciones, a perder nuestro
empleo.
Según datos del Ministerio de Trabajo, el año pasado se
registraron en España 10.042 casos de enfermedades causadas o agravadas
por el trabajo. Sólo 24 bajas por cada 1.000 trabajadores.
El
hecho de que una persona vaya a trabajar estando enferma, y realice un
trabajo de peor calidad, supone una pérdida para la empresa de miles de
millones de euros. Es el conocido fenómeno del 'presentismo'.
El
problema se agudiza cuando es el propio entorno laboral el que resulta
perjudicial para la salud del trabajador. Tanto es así, que la
Organización Mundial de la Salud estableció, en 2007, un Plan Global de
Acción para la Salud de los Trabajadores 2008-2017. El informe insta a
desarrollar fundamentos para entornos laborales saludables 'por ética
empresarial, por interés empresarial y por ley'.
Factores que afectan a la salud
La
lista de condicionantes que influyen en el bienestar del trabajador es
extensa y comienza incluso antes de llegar al lugar de trabajo.
•La
falta de sueño.
Según un estudio realizado este año por la Escuela
Médica de Harvard, en EE.UU., puede desencadenar enfermedades,
principalmente, si se sostiene en el tiempo. El insomnio no es
considerado como causa de enfermedad pero, según el trabajo de Harvard,
cada empleado estadounidense cuesta a su empleador unos 1.580 euros
anuales de media por el tiempo que malgasta al no estar bien descansado.
•La
falta de ejercicio.
Perjudica también la salud del trabajador y amenaza
su productividad. Y es que, según un estudio publicado en 2010 por el
Observatorio de Medicina Ocupacional y Medioambiental de EE.UU., que
realiza estudios epidemiológicos sobre problemas de salud relacionados
con el lugar de trabajo y el medio ambiente, las personas obesas son
menos productivas que las que tienen un peso razonable. El informe
destaca que 'presentismo' e índice de masa corporal irían unidos de
forma proporcional y lo ilustra con un dato: los empleados obesos que
trabajan a tiempo completo en EE.UU. cuestan a sus jefes más de 56.210
millones de euros al año.
•La calidad del aire de la oficina.
Por
si fuera poco, un defectuoso sistema de ventilación puede desencadenar
desde dolores de cabeza, a náuseas o fatiga. Según un informe emitido en
2008 por el Comité Científico de los Riesgos Sanitarios y
Medioambientales de la Comisión Europea, la contaminación del aire,
tanto interior, como exterior, influye en la aparición de enfermedades
respiratorias. Una situación agravada en muchos edificios antiguos, con
sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado obsoletos.
•Los
desplazamientos.
Según el instituto de opinión Gallup, emplear más de
23 minutos en llegar al lugar de trabajo tiene un impacto negativo en
nuestra salud física y mental. Dolor de cuello, espalda, colesterol
alto, obesidad o ansiedad son algunas de las consecuencias. Factores que
redundarían en una merma de la productividad.
• El ambiente de
trabajo.
La tensión entre empleados, o entre estos y el jefe, puede
provocar estrés laboral no solo en los trabajadores implicados, sino
también en sus compañeros. Así lo afirma el autor Michael Leiter en su
obra Destierro Burnout: Seis estrategias para mejorar su relación con el
trabajo. En él, cifra en 231.000 millones de euros anuales las pérdidas
económicas por esta razón.
•El dolor crónico.
Según la Oficina
de Estadísticas Laborales de EE.UU., largas horas delante del ordenador
provocan dolor de espalda crónico o la aparición de afecciones como el
síndrome del túnel carpiano (la presión sobre el nervio y los tendones
medianos de la muñeca por uso repetitivo de la musculatura del
antebrazo), que puede estar ocasionado por estrés laboral y que causa
(según este organismo) más bajas que las derivadas de explosiones o
incendios.
•Los cambios de turno.
Se relacionan con alteraciones
en el metabolismo: mayor riesgo de diabetes, enfermedades coronarias y
obesidad. A ellas se suman problemas mentales o de comportamiento, que
pueden provocar insomnio, fatiga y, como consecuencia, pérdida de
productividad, al interferir con el ritmo biológico de la persona. Pero
también influye negativamente en el nivel de agilidad mental y
motivación. Todo ello, según el documento Las enfermedades del trabajo:
nuevos riesgos psicosociales y su valoración en el derecho de la
protección social, realizado por el doctor Germán Barreiro, para el
Ministerio de Trabajo. La Agencia Internacional para la Investigación
del Cáncer lo considera un factor de riesgo cancerígeno.
•El
'jefe tóxico'.
Aquel directivo que provoca un efecto negativo en sus
subordinados. Más allá de no valorar el trabajo de sus empleados o no
motivarles, su sola presencia puede crear un entorno laboral estresante.
•La falta de seguridad en el empleo.
Los despidos, sean directos
o indirectos, no solo afectan a la moral del empleado, creando un clima
de desconfianza y falta de lealtad hacia el empleador, sino que, unido
al actual contexto económico, favorecen el miedo a perder el trabajo y
bloquea al trabajador, según informe realizado en 2008 por el Centro
para la Política de Trabajo y la Vida, de EE.UU.
•Más horas no
implica mayor productividad.
La agencia de trabajo temporal Randstad ha
detectado una nueva tendencia en el mercado laboral español: pasar más
horas en la oficina, para evitar ser despedido. Para dicha empresa, el
perfil de la persona que acude a su trabajo estando enfermo es un varón,
menor de 25 años, con estudios básicos y de origen español. El mismo
perfil que, según el estudio, ha disminuido más su absentismo
injustificado en época de crisis.
Publicado en: Yahoo.es
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