Algunas personas son muy amables en las reuniones sociales. Sin embargo, cuando están en sus oficinas ejerciendo sus labores o cuando se encuentran entre los miembros de sus familias, son duros como piedras y muy despectivos.
Jesús, la Virgen y todos aquellos quienes hoy son considerados como Santos eran humildes en sus vidas cotidianas. En cambio hay quienes por tener diplomas académicos, apellidos de alta alcurnia o gruesas cuentas bancarias se creen mejores que los demás. Este tipo de comportamientos se da porque se acostumbran a actuar con soberbia.
¿Sabe lo  que ocurre cuando el dueño de un barco hace que su nave luzca de una manera extravagante?  Si el extremo de ese barco se eleva demasiado, el otro extremo se hunde.
Y así funcionan las cosas en la vida: cuando una persona se llena de orgullo, se va al fondo. Ser soberbio le hace relucir sus miserias.
Controle su lengua, para que no pronuncie críticas ni diga jamás un insulto. Vigile su carácter, para no cometer tonterías ni tener comportamientos que no sean de una persona culta y bien educada.
Una palabra cualquiera puede ocasionar una discordia, una palabra cruel puede destruir una vida, una palabra amarga puede crear odio y una palabra brutal puede matar.
Mientras que una palabra agradable puede suavizar el camino, una palabra a tiempo puede ahorrar un esfuerzo, una palabra alegre puede iluminar el día. Mejor dicho: una palabra con amor, puede curar y bendecir.
Más vale un buen gesto, que un disparo al aire. Porque todas las personas, no importa si son ricas o pobres, merecen las debidas consideraciones del caso.
Un último consejo: que su sonrisa no sea forzada, ni se vea como una mueca más. Sonreír es una señal de aprecio y cariño; no un gesto postizo.

Aquello que siembre...
‘Quien siembra vientos, cosecha tempestades’.
Si usted es de los que se la pasa intrigando, fomentando la cizaña y despertando odios entre sus semejantes, terminará sumergido en un auténtico vendaval de discordias.
¿Usted quiere saber cuán estimada es una persona? Dedíquese a averiguar qué tanta tristeza produce cuando ese ser se ausenta de la vida de los demás.

Ejercicio
¿Qué es lo que más desea conseguir? ¿Qué es lo que más le atrae? ¿Qué es aquello para lo cual dedica su actividad? ¿Qué es aquello por lo que usted malgasta su vida?
Responder las anteriores preguntas y adoptar las soluciones, le pueden dar la verdadera grandeza.

Depende de usted
Usted puede tener una mañana brillante, si trabaja para ello. La oportunidad vendrá a buscarlo, pero sólo si está preparado para abrirle la puerta. Si tocan a su portón, no olvide que debe estar presto a atender al que llega.
Muchas personas están enfermas de los nervios, porque no aceptan su situación como es. Así como el agua se adapta a la vasija donde la echan, así es necesario que nosotros nos adaptemos a la situación que nos corresponde vivir.

Bella historia
Un hombre viejo charlaba con sus nietos sobre la vida. Los niños querían saber cómo ser “buenas personas” y por qué había gente “mala” en este mundo.
Él les respondió así:
“Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí; es entre dos lobos. Una de las fieras representa maldad, temor, ira, envidia, dolor, rencor, avaricia, arrogancia, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, orgullo, competencia, superioridad y egolatría”.
“El otro lobo es bondad, alegría, paz, amor, esperanza, serenidad, humildad, dulzura, generosidad, benevolencia, amistad, verdad, compasión y fe”.
“Esta misma confrontación está ocurriendo dentro de ustedes y dentro de casi todos los seres de La Tierra”.
Entonces, uno de los niños le preguntó a su abuelo: ¿Cuál de los dos lobos ganará? Y el cacique le respondió: “El que cada uno alimente. Si usted trata mal a alguien, eso recibirá; si da cariño y amor, eso mismo llegará a su vida”.

Buena gente
San Juan Bosco fue un gran educador. A pesar de las grandes ocupaciones que tenía, no se veía en él un ademán brusco con nadie, ni un instante de nerviosismo en su trato. Su amabilidad y su afectuosa sonrisa dejaban encantados a todos aquellos que tenían la dicha de conocerlo.
Este gran ejemplo podría ser imitado por todos esos profesores amargados que hay por ahí en colegios, escuelas y universidades, quienes antes que enseñar se dedican a asustar a sus alumnos.

Publicado en: Vanguardia.com